lunes, 28 de marzo de 2011

Cuando la confianza es un requisito


Esta entrada que publico rompe un poco con la temática seguida hasta ahora en este blog. Normalmente he escrito siempre comentando los sucesos que me rodeaban y desde la perspectiva del mero observador que se siente afectado por los asuntos de actualidad, pero hoy, he querido tirar ese muro, y empezar con una nueva forma de analizar los asuntos y problemas que nos rodean.
No esperéis el descubrimiento de la Piedra Rosetta en materia de exposiciones, pero he querido que la novedad, inundara este espacio en el que comparto lo que experimento. Ahí es donde radica esa nueva perspectiva, y es que comienzo una nueva etapa, en la que comentaré los efectos de las cosas desde dentro y no desde fuera. Manifestaré lo que siento y lo que veo, para después, conformar los asuntos que en la realidad nos afectan, de manera que iré de lo no visible a lo visible.
Por ello, y para no aburrir más al lector, lo primero que quiero comentar en mi nueva etapa es las sensaciones que me inundan actualmente sobre la confianza. Sé que es difícil en ocasiones plantear ante nuestros conocidos, amigos, parejas y demás individuos, las cosas más profundas y privadas de nuestro ser, pero también sé, que eso es lo que permite que conectemos con ellos y podamos obtener una visión distinta y enriquecedora.
Es difícil saber en quién confiar, y más todavía, qué confiar a aquéllos que son nuestros confidentes. Digo esto, porque en muchas ocasiones no nos planteamos que determinadas cosas que suceden alrededor de nuestra vida, no pueden ser expuestas sin más control que el de pensar que esa persona es nuestra/nuestro confidente. Tenemos que saber qué le hemos contado, cómo se lo hemos contado y sobre todo, cuál fue su reacción ante la tesitura que le planteamos.
En mi vida personal, en múltiples ocasiones me he encontrado en la encrucijada de saber qué podía contar y a quién contárselo. Todos tenemos cosas más o menos oscuras en nuestras vidas, y por ello, queremos que nuestros oyentes, sean lo mejores posibles. ¿Por qué? Porque para mí, determinadas cosas que suceden en mi vida, no son enmarcables dentro de una conversación de bar, sino de reflexión con esa persona y por ello, cuando cumple ese límite, supera las barreras de la amistad.
Por otro lado, en ocasiones, determinadas cosas que se presentan en ese largo camino que es la vida, no pueden plantearse más que a una persona que esté a tu lado. Cuando digo a tu lado, significa para mí, una pareja, y es que es ella/él, la que te conoce, como consecuencia de vivir las cosas en común y compartir vivencias, se establece un hilo conductor que permite la transferencia de sentimientos, sensaciones y expresiones del día a día.
Para mí, ese contexto es el que necesito para poder hablar de determinadas aspectos de mi vida, porque mi confianza va ligada a otras cosas, y por ello no me veo limitado, sino motivado a buscar esos aspectos en las personas que me rodean. Pondría en mi espalda un cartel, que anuncia un club selecto de experiencias compartidas con el siguiente texto: “El único requisito es la voluntad de confiar”.
Por ello cuando me preguntan, ¿Por qué eres tan tonto de seguir buscando un ideal de persona que te acompañe el resto de tu vida?, yo respondo tajantemente que no he sido creado para ser autónomo, y necesito completarme, compartir y vivir cosas con una persona a la que cuando me levante por la mañana, la mire a los ojos y diga: Sé que ella ya sabe lo que pienso y es ahora cuando soy feliz….