martes, 19 de octubre de 2010

La deriva del Estado de Israel


  Así es cómo aparece el Estado de Israel según el escultor israelí Noam Braslavsky en la galería Kishon de Tel Aviv, y que pretende dar una imagen de la deriva política de este país. Deriva que se produce sobre todo de una política de expansión y ocupación de territorios en Cisjordania que no ha conseguido la paz prometida, y que ha llevado a que un pueblo como el palestino viva en una continua situación de pobreza y miseria.
  El miedo, o quizás el recuerdo que tienen los israelíes a lo que sufrieron de los nazis no son motivo suficiente para vivir atemorizados en este siglo, y menos para pagar sus frustraciones con los palestinos. Conocer a un palestino es conocer la hospitalidad en persona, lo que significa realmente solidaridad y lo que es compartir cuando no hay nada.
  Creer en las armas como medio de solución de conflictos lleva a la situación de que cada vez haya más violencia y que cada vez menos la palabra sea utilizada como vehículo de acuerdo entre comunidades. No es posible la coexistencia de dos personas en un mismo espacio, si las dos no son capaces de ceder parte de su libertad individual y menos todavía, si no son capaces de compartir lo propio como común. Una vez más, es necesaria la intervención internacional, alejada de las presiones de los lobbys de turno, y que garantice la convivencia de dos pueblos que tienen mucho que ofrecer pero no saben cómo hacerlo.

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